Mis compañeros de blog a menudo me preguntan sobre mi fijación con
The Man. Bueno, "a menudo" no serían las palabras más apropiadas... Me lo preguntan constantemente, los cabrones. ¿Qué puedo decir? Como él mismo ha escrito en más de una ocasión en el Correo/Apéndice refiriéndose, por ejemplo, al primer doblador de Homer Simpson: "
sin conecerle personalmente, ese hombre es más de mi familia que algunos miembros de mi auténtica familia" (o algo parecido). Pues bien, mi situación con César es idéntica. No he cruzado jamás una palabra con él (tampoco se me ocurriría hacerlo
dados mis antecedentes, no fuera a soltarme un derechazo), pero con la de satisfacciones que me ha dado a lo largo de los años se ha ganado, si no mi respeto y admiración (debido a que, al igual que Errol Flynn, me parece un tipo contradictorio y algo oscuro), sí mi dedicación exclusiva.

Al fin y al cabo, dentro del mundillo
revistero español, ¿a quién se puede exaltar? ¿Al Muniesa? ¿Al Pirata? ¿Al Mariskal? ¿Acaso al García? (
grandioso, por otra parte, Mariano García), ¿Al pedante Jaime Gonzalo? O, peor aún, ¿a Juan Carlos Pérez, el capitoste de la This is Rock? Buff... lo llevamos claro, entonces. Por cierto, según me han confirmado fuentes fidedignas, este tal JC Pérez (quien, por falta de personal, también firma como Diamond Jim o Fingers Freddy, entre otros pseudónimos) es tan negado en esto del Rock'n'Roll que realmente no sabe cuál de los dos hermanos Van Halen es el que toca la guitarra (!). Dicho esto, para qué perderse en razonamientos...
César es el más grande, y punto pelota. Derrocha sapiencia, tiene carisma, y su sentido del humor es tan aplastante como una apisonadora. Y para qué lo vamos a negar, su estilo literario ha influenciado al 90% de quienes escribimos en la blogosfera rockera (yo incluído, of course). Por todo esto, pues, un respeto. ¡Ave César!